Cuando miro hacia atrás y observo el camino que hemos recorrido en la Organización Cisneros a lo largo de estos 82 años y tres generaciones de liderazgo, una de las cosas que más orgullo me causa es el poder decir que hoy somos una Organización Global que conserva su legado y tradición de empresa familiar.
No resulta nada fácil para una empresa que nació como un negocio familiar, el crecer con estructura y visión a largo plazo. En la Organización Cisneros, lo logramos y esto nos permitió internacionalizarnos, y más recientemente atravesar el camino de la convergencia digital, lo que ha supuesto un reto para muchas empresas. Cómo dar el gran salto sin perder su esencia, es ahí donde está el reto.
En la Organización Cisneros, hemos anclado nuestros cimientos en los valores que su fundador, mi padre –Diego Cisneros-, nos legó. Él nos mostró un camino labrado con ética empresarial, lealtad, sentido del propósito, reconocimiento por el trabajo de la gente y pasión, pero al mismo tiempo, reforzado con un espíritu de innovación y evolución continua. Esta combinación nos ha valido ser hoy una Organización sólida, moderna y profesional que está preparada para continuar trascendiendo a medida que surgen nuevas realidades que impactan en nuestras industrias y nuestros campos de acción.
Pienso que las empresas familiares en nuestra región deben atreverse a asumir riesgos, y a crear nuevas estructuras, ya que su identidad, valores y cimientos más fundamentales no cambiarán nunca si están bien arraigados, sino que al contrario, serán el motor que dará impulso a la innovación, a cambios productivos y a la adaptación a los nuevos esquemas que puedan surgir. Esa ha sido, precisamente nuestra constante, la cual nos ha permitido hacer historia, manteniendo nuestra identidad propia.