(Artículo publicado originalmente en inglés)
La colaboración diplomática del Vaticano, posible salvación para Venezuela
Durante el último mes, por lo menos 30 personas – entre simpatizantes del gobierno y opositores – han muerto en Venezuela debido a las protestas. En tanto, el país atraviesa una situación económica apremiante, con un alto índice de inflación y al borde del colapso; mientras que la polarización fomentada desde tiempo atrás, tanto por el gobierno socialista como por la oposición, se ha incrementado drásticamente.
La desconfianza, la intolerancia y la confrontación se han vuelto comunes. ¿De qué otra forma podrían entenderse las regulaciones que restringen el acceso a sitios web que “agredan al pueblo venezolano”? Entre disturbios, llamados de justicia política o ideología, ambos frentes han perdido su antigua fuerza. La situación es insostenible y requiere desesperadamente de mediación internacional. Hasta el momento, el caos que enfrenta Venezuela ha sido terriblemente ignorado.
Los retos para alcanzar un diálogo significativo son enormes. La atmósfera incendiaria hace especialmente difícil el diálogo, debido a lo que yo llamo el surgimiento de “las dos Venezuelas”, una a favor del gobierno, la otra en contra. Los esfuerzos por parte de ambos frentes han sido medianamente sinceros e incluso falsos; sin embargo, para alcanzar la solución de los grandes problemas del país, se requiere de un proyecto honesto y unificado.
Para empezar, más allá de sus diferentes visiones sobre la situación, ambos frentes necesitan reconocer la legitimidad y la importancia del otro; y encontrar un punto de coincidencia: su amor por Venezuela y su deseo de construir un mejor futuro.
Este mejor futuro con el que estarán de acuerdo todos los venezolanos – independientemente de sus ideas políticas – está representado por un país en donde todas las opiniones cuenten, en el que el respeto a los derechos humanos, a los derechos de las minorías y la estabilidad a largo plazo, vayan de la mano. Un país, donde los padres de familia puedan pasar tiempo formado buenos ciudadanos en lugar de haciendo filas para adquirir productos básicos. Un país en el que sea posible caminar por sus calles sintiendo confianza y seguridad, en lugar de hacerlo con ansiedad y temor. Un país en el que los jóvenes puedan alcanzar sus sueños y donde los periodistas no se jueguen la vida cada día para cumplir con su trabajo. En suma, un país donde todos los venezolanos puedan expresarse libremente y ser escuchados.
Con tantos venezolanos de luto por la pérdida de familiares y amigos, la crisis que vive hoy Venezuela tendría que convertirse en el momento decisivo para el despertar de un esfuerzo colectivo para resolver un conflicto que afecta por igual a todos los ciudadanos, no sólo al gobierno o a la oposición. Venezuela ha demostrado ya en el pasado, la madurez política que es imprescindible para encontrar un punto de coincidencia. Las mentes privilegiadas priorizan el futuro sobre el pasado, centrándose en la tarea por hacer en lugar de en las pérdidas o los obstáculos que enfrentan…serán ellos, los artífices del consenso; pero para que puedan llevarlo a cabo, es necesario construir una atmósfera que privilegie el diálogo honesto.
Superar la polarización es prioritario. Desafortunadamente, el conflicto ha dejado un vacío de mediadores honestos; y en medio de tanta división, ninguna institución o individuo es considerado como depositario de confianza. En este momento en el que la figura de un mediador es esencial, Venezuela carece de un árbitro que ame a nuestra nación, que entienda su complejidad y que conozca nuestra historia, características necesarias para proponer fórmulas de consenso que resulten válidas para todos. Venezuela se encuentra en extrema necesidad de un mediador cuyos actos sean inspirados por la única y profunda convicción de buscar lo mejor para los ciudadanos y colocarnos en la senda hacia un futuro mejor. El grupo de cancilleres enviado por UNASUR, próximo a llegar a Caracas con la misión de promover el dialogo, es un comienzo, pero está lejos de ser suficiente.
Quizá Su Santidad El Papa Francisco y la sabia cancillería del Vaticano, podrían convertirse en la salvación de Venezuela. El Papa Francisco podría poner fin a la trayectoria destructiva de nuestro país. Las muestras de su carácter idóneo para esta tarea abundan; desde los mensajes internos que ha enviado a sus representantes en el país, hasta la expresión de su preocupación por el giro tan violento que han tomado las protestas estudiantiles, haciendo un llamado “a la paz y la concordia” al pedir que “todo el pueblo venezolano, comenzando por los responsables políticos e institucionales, se una para favorecer la reconciliación nacional a través del perdón mutuo y el diálogo sincero, el respeto por la verdad y la justicia, capaces de hacer frente a cuestiones concretas para el bien común”.
Las opiniones acerca de quién es responsable de qué en Venezuela o cómo fue que llegaron las cosas hasta este punto tan desastroso, son divergentes; pero lo que parece ser una verdad evidente e incuestionable, es lo insostenible de la situación. Ambas partes del conflicto necesitan demostrar su buena voluntad a través de la liberación de los presos políticos; terminando con las barricadas en las calles y disminuyendo el nivel de confrontación. Si la diplomacia de la Santa Sede pudiera facilitar estos primeros pasos, el diálogo de reconciliación entre los venezolanos en busca de soluciones reales, podría dar inicio…eso es por lo que ora el Papa Francisco. Aceptemos de corazón sus oraciones.